*Al pedagogo suizo se le rinde tributo en calles, escuelas y esculturas de bronce que lo inmortalizaron gracias a ser visto como una inspiración de las nuevas generaciones de educadores
Javier Salas Hernández
Xalapa, Ver.- El singular pedagogo Enrique C. Rébsamen Egloff no tuvo la suerte de observar por primera vez ver esta tierra próspera y fecunda con su amplia superficie tapizada por una alfombra verde producto de los cultivos sembrados por labriegos.
Tampoco el privilegio de percibir el peculiar aroma a tierra mojada, ese que produce el choque lento de las gotas de lluvia con el suelo seco y sediento. Mucho menos el olor a café y azúcar que emana de los beneficios e ingenios, que con habilidad y maestría procesan el grano y la caña transformándolos en nectáreas de dioses.
Veracruz, tierra pródiga, no lo recibió como lo hizo con Agustín Lara “el flaco de oro”, o como con Francisco Gabilondo Soler “Cri-Cri” y María Antonia del Carmen Peregrina Álvarez “Toña La Negra”, pero si el honor de ser hijo adoptivo y convertirse en el ícono de la llamada Atenas Veracruzana.
Es el singular pedagogo Enrique C. Rébsamen Egloff, nacido en Kreuzlingen, Suiza, el 8 de febrero 1857. Que llegó a tierras veracruzanas en 1885 a la edad de 28 años y que se quedó para la inmortalidad. El presidente Porfirio Díaz, enterado de la obra educativa de ese joven, lo invitó a venir a México, concretamente a Xalapa.
Es uno de los intelectuales, tal vez el único en Xalapa, con más reconocimiento que cualquiera. La ciudad fue la cuna de sus reformas educativas que influyeron de manera decisiva en el sistema educativo actual de México e incluso, en el ámbito internacional. Ni siquiera el oaxaqueño José Vasconcelos, escritor, político, educador, llamado el padre de la educación, es tan reconocido en esta ciudad.
Su nombre plasmado en escuelas y en una de las principales avenidas dan cuenta de ello. Con el apoyo irrestricto del gobernador Juan de la Luz Enríquez, fundó lo que hoy es la Escuela Normal Veracruzana que lleva su nombre, forjadora de cientos de miles de maestros.
Su nombre también se ha inmortalizado en la Escuela Primaria Enrique C. Rébsamen, de la calle Zamora, en pleno corazón de la ciudad y en el Jardín de Niños, que se ubica en la avenida que lleva su nombre.
Sobre esa misma avenida está un tesoro tangible que permite tener un acercamiento a la obra de este genio pedagogo. La llamada Casa Amarilla, donde por horas, días y semanas arrastró el lápiz sobre el papel para plasmar el plan educativo normalista. Este inmueble que alberga a la Secretaría de Turismo de Veracruz.
Enrique Conrado Rébsamen, el hijo adoptivo de Xalapa, la capital de Veracruz es hoy la inspiración de las nuevas generaciones de educadores, herederos de su legado.